Yo voy por libre

Nuestra joven oveja, ensimismada en sus pastos y pensamientos, sin levantar la vista ni siquiera por un instante, ha seguido su tortuosa ruta sin dirección, sólo viendo aquello que justo tiene delante de sus morros. En un momento de su trayecto, ha alzado la mirada para descubrir que anda solitaria, ha perdido al grupo y, lo más importante, no tiene ni una pista de dónde puede estar el pastor. Sin perder el tiempo, empieza a dar vueltas y más vueltas por unos pastos alejados y desconocidos, mientras el sol empieza a descender y los peligros que acechan los nota cada vez más cercanos. Vislumbrando un futuro incierto, cansada de caminar sin resultados, utiliza la última arma que le queda: lanza un balido con la esperanza que el pastor la escuche y vaya a por ella. Sin embargo, ¿dejará el rebaño sólo para ir en su búsqueda? Mientras aún se hace esta pregunta, unas manos fuertes la agarran, la colocan sobre unos hombros grandes y empieza el camino de regreso a casa. El pastor está ahí, ha ido a por ella y, alegre por el encuentro, se dirige a los buenos pastos y a celebrarlo con sus amigos.

Puedes conocer la historia de primera mano en la Biblia, el evangelio según Lucas, al principio del capítulo quince.

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